lunes, 12 de marzo de 2012

El cine Europeo de los años 30 y 40


EL CINE EUROPEO DE LOS AÑOS 30 y 40



 En Europa hay un panorama más amplio, disperso, heterodoxo y muy rico a nivel artístico. El nacimiento del cine sonoro y la rápida capacidad de adaptación que el cine norteamericano había demostrado requirieron la reacción de Europa para ponerse a su altura. La industria se reorganizó en grandes estudios, que impusieron una política muy precisa de producción, de contratación de actores, actrices, de directores y de estilo. También se definió una política de géneros. Es en la década de los treinta cuando también se levantaron algunos importantes estudios en el mundo, como los Barrandov (1932) de Praga; Pinewood (1936) en Londres; Cinecittà (1937) en Roma; los estudios españoles Orphea (1931) y CEA y ECESA (1933), junto con la activa producción de Cifesa (1934) y Filmófono (1935); los estudios mexicanos Clasa (1935) y Azteca (1936); los argentinos Argentina Sono Films (1931) y Lumiton (1932); la New Theatres Ltd. (1930) en Calcuta, la Bombay Talkies (1934); y la compañía japonesa Toho (1935).

Leni Riefenstahl y Hitler
  A principios de los años treinta la cinematografía alemana era la única industria capaz de competir con el cine norteamericano. En 1933, con el advenimiento de los nazis al poder, la poderosa industria cinematográfica alemana queda desmantelada: muchos de sus profesionales, de origen judío, se ven obligados a salir del país y emigran al resto de Europa y, sobre todo, a Estados Unidos. A partir de 1933 en Alemania quedan sólo algunos cineastas adeptos al nuevo régimen, como Leni Riefenstahl.



El Vampiro de Dusseldorf
 El cine alemán se muestra muy activo durante los primeros años treinta de la mano de Joseph von Sternberg (El ángel azul, 1930, con una excepcional papel de Marlene Dietrich) y Fritz Lang (M. El vampiro de Dusseldorf, 1931, con una interpretación especial de Peter Lorre), antes de que estos directores se incorporaran al cine estadounidense. George W. Pabst mostró su gran vena realista en Westfront (1930) y Carbón (1932). El ascenso político de los nazis tiene su proyección en obras de singular relieve como El flecha Quex (1933), de Hans Steinhoff, y El judío Süss (1940), de Veit Harlan, mientras que la directora Leni Riefenstahl acomete dos de los pilares del documentalismo cinematográfico: El triunfo de la voluntad (1934) y Olimpiada (1936).





Con la cinematografía alemana en crisis, el cine francés se convierte en el más importante en Europa. Aunque había perdido su inicial posición a la cabeza del cine universal tras la desaparición de Pathé Gaumont y de que el cine sufrió un serio bache por culpa del cine sonoro por dos causas:
primero, la crisis económica en los EEUU que no tardó en perturbar la vida económica francesa; y segundo, el cine francés no poseía patentes propias de sistemas sonoros. Sufre una gran decaída en la producción y desaparecen muchas productoras, sobre todo independientes, debido al aumento de los costos de las producciones. Tan solo logrará sobrevivir la insólita de Jean Vigo, Francia seguía teniendo la industria cinematográfica más sobresaliente del Viejo Continente. Allí encontramos a directores vanguardistas y a otros que cultivan un cine más convencional; perviven y se consolidan clásicos procedentes del período mudo (Jean Renoir, René Clair, Jean Vigo...) y surgen nuevos nombres. Al público francés le gustaba mucho su propio cine, lo cual ayudó bastante al desarrollo y a la consolidación de la industria cinematográfica francesa como la única en Europa capaz de oponerse un poco al predominio norteamericano.



Jean Renoir "La Regla del Juego"
 El cine francés se mueve en el realismo que se ofrece desde la tradición y los ambientes populares de René Clair (Catorce de julio, 1932) y Jean Renoir (toni, 1934; Los bajos fondos, 1936; La regla del juego, 1939) y el drama que, con ciertas dosis de fatalismo, recrean Julien Duvivier (Pepe-le-Moko, 1937) y Marcel Carné (el muelle de las brumas, 1938), ambas películas interpretadas por el gran actor Jean Gabin. La guerra delimitó espacios. Más allá de abordar temas realistas, los directores franceses se centraron en las adaptaciones literarias y muy académico en las formas, un cine llamado “de qualité”, con el que convivieron directores consolidados como Clair (El silencio es oro, 1947) y otros directores más jóvenes como Jacques Becker, Henry George Clouzot y Robert Bresson.





Alfred Hitchcock "39 Escalones"
La cinematográfica británica siempre ha sido mantenido estrechas colaboraciones con Hollywood, con un intercambio constante de técnicos, directores, guionistas y actores, aun así el cine inglés comenzó a diseñar una estructura proteccionista para su cine, dada la implantación del cine estadounidense en su mercado e industria. El gran impulsor del cine de los treinta fue Alexander Korda, director y productor que consiguió uno de sus grandes películas en La vida privada de Enrique VIII (1933). Son los años en los que Alfred Hitchcock demuestra que sabe contar historias (treinta y nueve escalones, 1935; Alarma en el expreso, 1938) (Aunque finalmente, la poderosa llamada de la industria Hollywoodiense acabaría por atraer a Hitchcock) y Anthony Asquit alcanza su madurez con Pigmalion (1938). No obstante, los treinta confirman que los británicos son unos maestros del documental. La Escuela impulsada por John Grierson y con apoyo del gobierno, permitirá que un grupo de directores (Basil Wright, Harry Watt, Paul Rotha, etc.) realicen un cine informativo de gran altura con el apoyo de maestros como el propio Grierson y Robert Flaherty.





Sergei M. Eisenstein "Iván el Terrible"
 En cuanto a Italia, en su contexto político marcado por el régimen fascista de Mussolini, su cinematografía se ve marcada con un cariz propagandístico, lo que impide que florezca como en países vecinos. No ocurre lo mismo en la Unión Soviética que, a pesar de las imposiciones ideológicas del régimen, los cineastas logran desarrollar su trabajo con mejores frutos, alcanza unos de sus grandes momentos con Iván el Terrible (1945), de Sergei M. Eisenstein. No obstante, la presión política ejercida sobre los creadores obliga en ocasiones, por ejemplo a ensalzar la figura de Stalin.








En otros rincones del mundo de la historia del cine también sigue su curso, aunque sin mucha repercusión en Europa o Estados Unidos. El cine japonés es prácticamente desconocido en Occidente en aquellos años, aunque la década de los treinta ya cuenta con autores importantes, No será hasta décadas después cuando el cine japonés u oriental comience a expandirse por el resto de culturas y a influenciar las maneras occidentales de hacer cine.

Escrito por: Carlos Pacios y Jaime Mácia



 BIBLIOGRAFIA
- Los años 30 en Europa por Guadalupe Gómez
- El cine europeo años 30 y 40,Mediacine.
- http://www.cineyletras.es/Historia-del-cine/historia-del-cine-los-anos-30.html
- http://recursos.cnice.mec.es/media/cine/bloque1/pag8.html
- http://www.multivision-tv.com/_modulos/_cine/HistoriaCine/cine30francia.htm

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